Solo es verdad lo que sucede cada trescientas noches
Artistas: Alegría y Piñero, Andrés García Vidal, Cristina Mejías, Mercedes Pimiento
Comisaria: Blanca del Río
05.12.2020 -13.02.2021
“Solo es verdad lo que sucede cada trescientas noches» es un proyecto que cuestiona algunos de los dispositivos que son estructura a la vez que transmisión entre el ámbito de la enunciación y lo empírico, entre las palabras y las cosas. Así los trabajos de Andrés García Vidal, Cristina Mejías, Mercedes Pimiento y el colectivo Alegría y Piñero, inciden en la consistencia y la generación de los discursos, su fluir, su ritmo y su dominancia, también en los efectos del poder-hacer-ahí, el colectivo social y los cuerpos que lo conforman.
El título de la muestra está tomado de «Tlön, Uqbar, Orbis Tertius», un cuento publicado por Borges en 1940 en el que detalla diversos aspectos del planeta Tlön. En esta región imaginaria, el idealismo es el sentido común y la ciencia como disciplina no existe. También, los metafísicos de este planeta juzgan que esta rama de la filosofía pertenece al campo de la literatura fantástica y su labor no es la búsqueda de la verdad. En Tlön la percepción es lo que rige la existencia de los cuerpos y éstos solamente viven mientras son percibidos. Sus dispositivos, los que hacen que algo sea pensable y los que dan lugar a la verdad, son diferentes. Y es que ésta solo sucede cada trescientas noches. A medida que Borges avanza en el relato se va quebrando nuestra idea de realidad. Y es que poco a poco el mundo de Tlön la va parasitando, y, en contacto con él, se desintegran algunos de los dispositivos que estructuran nuestra existencia, como el lenguaje y la historia. Dentro de poco el mundo será Tlön.
A través de la propuesta borgiana de la existencia de ese planeta imaginario nos será más fácil imaginar mundos alternativos y futuros posibles, nos permitirá vislumbrar el orden que se deriva de la relación entre los hechos del mundo y lo que nombran esos hechos. El orden que nos interroga acerca de los discursos que encarnamos y los dispositivos que se ponen en marcha para que algo sea pensable. Comprenderemos y compartiremos la experiencia del lenguaje del loco y del poeta quienes “por debajo de las diferencias nombradas y cotidianamente previstas, reencuentra los parentescos huidizos de las cosas, sus similitudes dispersas” (Las palabras y las cosas, Michel Foucault, 1976).
”Solo es verdad lo que sucede cada trescientas noches” reúne una serie de proyectos que alteran el orden de la experiencia para mostrar otras relaciones entre cuerpos y hechos. Lo hacen además en un momento como el actual, en el que estamos asistiendo a una reconfiguración acelerada de ciertos códigos que nos atraviesan, produciéndose nuevos pactos entre las palabras y las cosas. Así, este proyecto insiste en la potencialidad de las prácticas artísticas para establecer una relación cómplice y diferente con el tiempo presente a través del análisis de algunas de las estructuras que median entre significante y significado y que dan lugar a un saber que habita en los márgenes de lo establecido.
El título de la muestra está tomado de «Tlön, Uqbar, Orbis Tertius», un cuento publicado por Borges en 1940 en el que detalla diversos aspectos del planeta Tlön. En esta región imaginaria, el idealismo es el sentido común y la ciencia como disciplina no existe. También, los metafísicos de este planeta juzgan que esta rama de la filosofía pertenece al campo de la literatura fantástica y su labor no es la búsqueda de la verdad. En Tlön la percepción es lo que rige la existencia de los cuerpos y éstos solamente viven mientras son percibidos. Sus dispositivos, los que hacen que algo sea pensable y los que dan lugar a la verdad, son diferentes. Y es que ésta solo sucede cada trescientas noches. A medida que Borges avanza en el relato se va quebrando nuestra idea de realidad. Y es que poco a poco el mundo de Tlön la va parasitando, y, en contacto con él, se desintegran algunos de los dispositivos que estructuran nuestra existencia, como el lenguaje y la historia. Dentro de poco el mundo será Tlön.
A través de la propuesta borgiana de la existencia de ese planeta imaginario nos será más fácil imaginar mundos alternativos y futuros posibles, nos permitirá vislumbrar el orden que se deriva de la relación entre los hechos del mundo y lo que nombran esos hechos. El orden que nos interroga acerca de los discursos que encarnamos y los dispositivos que se ponen en marcha para que algo sea pensable. Comprenderemos y compartiremos la experiencia del lenguaje del loco y del poeta quienes “por debajo de las diferencias nombradas y cotidianamente previstas, reencuentra los parentescos huidizos de las cosas, sus similitudes dispersas” (Las palabras y las cosas, Michel Foucault, 1976).
”Solo es verdad lo que sucede cada trescientas noches” reúne una serie de proyectos que alteran el orden de la experiencia para mostrar otras relaciones entre cuerpos y hechos. Lo hacen además en un momento como el actual, en el que estamos asistiendo a una reconfiguración acelerada de ciertos códigos que nos atraviesan, produciéndose nuevos pactos entre las palabras y las cosas. Así, este proyecto insiste en la potencialidad de las prácticas artísticas para establecer una relación cómplice y diferente con el tiempo presente a través del análisis de algunas de las estructuras que median entre significante y significado y que dan lugar a un saber que habita en los márgenes de lo establecido.
“Oí: Teme, si no, quitaré a la roca eco que huía” (2019) es una pieza que forma parte del proyecto más extenso del colectivo de artistas Alegría y Piñero, denominado “Arqueología del habla”, con el que se pretende “un ejercicio de mirada cíclica alrededor de la imagen, la palabra y la forma, para mostrar puntos de vista múltiples que revelen presencias desdobladas, escurridizas o balbuceadas». Esta pieza en concreto es una moldura realizada a su vez a partir de otra de las piezas del proyecto anteriormente referido y que se denomina “Silabario”, un gran mueble que alberga ochenta moldes, cada uno de ellos con un perfil humano pronunciando una sílaba. La suma de perfiles de esta pieza forman una frase palindrómica “Oí: teme, si no quitaré a la roca eco que huía / hay hueco que acorrala. Errático ni se metió”. La activación y lectura de la moldura se hace a través del juego de luces y sombras que se produce con el movimiento de la mano del espectador. La pieza, que se encuentra a medio camino entre la escultura y arquitectura, funciona a modo de objeto parlante. A través del movimiento del cuerpo del espectador se crea un gesto que satura lo decible y funciona a modo de eslabón de transmisión, en el paso del gesto al habla, de la materia también a la palabra callada. Es quizá la pieza que más trastoca la separación entre el ámbito de lo decible y de lo visible y nos traslada a un nuevo código que tiene que ver más con un balbuceo que con un habla codificada. Navegan en el rechazo a la idea de que “a las palabras les ha caído la tarea de representar el pensamiento”, las palabras lo indican, lo recuerdan, pero siempre desde un lugar confuso y oscuro.
“Por Dentro, a Media Voz” (2020) de Andrés García Vidal es una instalación de sonido y dos piezas de video. En la primera de ellas, se reproducen tres improvisaciones de tres músicos que se activan coincidiendo con la tercera llamada al rezo islámico en Sevilla. En la segunda, se recoge una entrevista a Pooyan Tamimi Arab, profesor de Ciencias de la Religión en la Universidad de Utrecht. Los recientes debates acerca de la amplificación del sonido de la práctica del adham -llamada al rezo- y de la malentendida regulación legislativa de ésta como ruido, son el punto de partida de esta investigación a largo plazo. Desde un punto de vista de la musicología, el artista realiza prospecciones acerca de la relaciones que existen entre la estética sonora del islam (como en la recitación del corán o en la llamada al rezo) y la música tradicional árabe. En ambas prevalece la práctica de la oralidad como forma de transmisión y también las dos están basadas en el sistema musical árabe maqam. Dentro del método maqam existen grupos de consecuciones melódicas, ajnas (“género” o “tipo”), que son tricordes, tetracordes y pentacores, sobre los que se improvisa en ambas prácticas. Cada ajna tiene asociaciones con estados emocionales concretos. Estas improvisaciones se entrelazan con las reflexiones en torno a la “materialidad de la religión” del investigador Pooyan Tamimi Arab. En ella señala cómo toda una serie de discursos, prácticas y formas estéticas median en la forma de experiencia de la religión y cómo sus formas de expresión importan. Y es que en la religión islámica, la voz es una de las formas de expresión más poderosas, porque además tiene una serie de implicaciones en el espacio público. También, y desde un punto de partida de la teoría de los afectos, el sonido es un potente medio de transmisión que moviliza a las emociones y a los cuerpos. Dentro de esta religión además, la voz es el vaso comunicante que convoca y sostiene un cuerpo colectivo.
El proyecto “Boca y Hueso” (2019-2020) de Cristina Mejías toma como contexto y pretexto la actividad artesana del luthier para investigar cómo se ha relegado a un segundo plano la práctica de la oralidad en lo que se refiere a la transmisión de conocimiento. En un primer momento, la guitarra funcionaba como acompañamiento a las historias orales, era una pieza fundamental para el narrador ya que se servía de ella para subrayar la mayor o menor intensidad del relato, para crear las pausas, los silencios y caracterizar el tipo de narración que se acometía. Aunque la funcionalidad del acompañamiento de la guitarra haya cambiado y ahora se conciba también como un instrumento independiente, la manera en la que se transmite el saber de maestro a aprendiz, de maestro a maestro sigue siendo de forma oral y su evolución es totalmente empírica: no existe una codificación de esta práctica y de cada experiencia se obtiene una guitarra diferente. Hoy día el testimonio oral como fuente de conocimiento de la historia y la tradición está en desuso y tiene numerosos detractores por sus limitaciones (errores y omisiones) o por una falta de credibilidad. El tipo de saber que incluye los secretos del oficio de luthier es de donde parten las piezas de este proyecto y el lugar donde han sido realizadas es en el taller de guitarras del hermano de la artista en Jerez. Constituyen la obra tanto las materias primas que son propias en la fabricación del instrumento (ébano o cedro rojo, hueso, palo santo, entre otros) como componentes de otra naturaleza no visible como son la escucha, el silencio, fragmentos de un habla o de un gesto…, que alumbran un conocimiento con vínculos ocultos a la interpretación de la mirada.
El proyecto “Boca y Hueso” (2019-2020) de Cristina Mejías toma como contexto y pretexto la actividad artesana del luthier para investigar cómo se ha relegado a un segundo plano la práctica de la oralidad en lo que se refiere a la transmisión de conocimiento. En un primer momento, la guitarra funcionaba como acompañamiento a las historias orales, era una pieza fundamental para el narrador ya que se servía de ella para subrayar la mayor o menor intensidad del relato, para crear las pausas, los silencios y caracterizar el tipo de narración que se acometía. Aunque la funcionalidad del acompañamiento de la guitarra haya cambiado y ahora se conciba también como un instrumento independiente, la manera en la que se transmite el saber de maestro a aprendiz, de maestro a maestro sigue siendo de forma oral y su evolución es totalmente empírica: no existe una codificación de esta práctica y de cada experiencia se obtiene una guitarra diferente. Hoy día el testimonio oral como fuente de conocimiento de la historia y la tradición está en desuso y tiene numerosos detractores por sus limitaciones (errores y omisiones) o por una falta de credibilidad. El tipo de saber que incluye los secretos del oficio de luthier es de donde parten las piezas de este proyecto y el lugar donde han sido realizadas es en el taller de guitarras del hermano de la artista en Jerez. Constituyen la obra tanto las materias primas que son propias en la fabricación del instrumento (ébano o cedro rojo, hueso, palo santo, entre otros) como componentes de otra naturaleza no visible como son la escucha, el silencio, fragmentos de un habla o de un gesto…, que alumbran un conocimiento con vínculos ocultos a la interpretación de la mirada.
Las producciones de la artista Mercedes Pimiento forman parte de un proyecto de investigación más extenso denominado “Arquitecturas Terminales” (2020). Su objeto de estudio es la relación y los vínculos que se producen entre los cuerpos, las estructuras y las materias que circulan y que forman parte del espacio urbano contemporáneo. Dichas producciones se materializan en formas que nos remiten a aquellos elementos que sostienen el proceso metabólico de la ciudad: cañerías, cableado, conductos…, estructuras que sujetan y contienen y que normalmente permanecen ocultas. Un entramado de infraestructuras que dan servicio a la urbe y que asegura su funcionamiento; por donde se produce la transmisión y circulación de los fluidos, las energías o los datos y que son imperceptibles a nuestros ojos. Un espacio invisible, necesario e implícito que sostiene la articulación con el entorno visible, la naturaleza y lo social. El trabajo de la artista es una metáfora de lo que creemos como una fusión imposible, la del cuerpo, la arquitectura y sus materiales. Sobre estos últimos además realiza una extensa investigación que se resuelve en piezas realizadas en diferentes materiales, -orgánicos y sintéticos- que se unen: parafina y hormigón, jabón y aluminio o cera, cobre y acero.
Blanca del Rio, 2020
HORARIOS activación de la obra «Por Dentro, a Media Voz», 2020 de Andrés García Vidal