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Con esta nueva y última cita con las esculturas sonoras que conforman la exposición “La voz encontrada”, la pareja artística Alegría y Piñero pone el sello final a su paso por Laboratorio 987. Las piezas son el resultado de una larga investigación en torno al habla y ofrecen un ejercicio de comunicación experimental: especulan con la existencia de una arqueología del habla distinta, que sitúa la voz más allá de la garganta, la lengua y los labios: entre las manos, en el barro o en el aire.

Y con el fin de que el público pueda comprobar cómo funcionan, los artistas han confeccionado, a lo largo de medio año, diferentes talleres y encuentros para que las obras puedan activarse. Así durante el periodo expositivo, han realizado sesiones especiales con activaciones en directo en las que también ha colaborado el artista Luis Martínez Campo y las mediadoras del DEAC-MUSAC, Ester Ugarte y Viki García.

Más allá de este trabajo, Alegría y Piñero son los impulsores de un programa formativo y de creación artística con personas con discapacidad intelectual en La Puebla de Cazalla (Sevilla).

– Trabajáis como pareja artística desde hace más de una década, si alguien quisiera acercarse a vuestros proyectos, ¿Qué claves destacaríais del trabajo que realizáis? ¿Cómo afrontáis la creación en equipo? ¿Qué balance podéis realizar del trabajo conjunto?

– Nuestra primera obra como pareja artística, en 2009, fue una cámara oscura, una escultura pública homenaje a nuestro admirado cinemista José Val del Omar: una cabeza de bronce hueca que funciona como cámara oscura. Un pequeño orificio que se encuentra en su frente permite la entrada de luz y genera una proyección del paisaje exterior. Al asomarte a través de su boca puedes ver la imagen del mirador en el interior, invertida y deformada por la propia concavidad de la cabeza. Esta escultura te obliga a posicionarte de espaldas al mirador, para ver a través de una óptica diferente que revela una nueva expresión del paisaje.

El fenómeno de la cámara oscura se conoce desde siempre: un espacio cerrado y oscuro con una pequeña abertura (estenopo), la luz del exterior penetra por el orificio y en la parte contraria a este, se proyecta la imagen del exterior invertida.

A través de este fenómeno la naturaleza se retrata a sí misma a partir de sus propias leyes físicas, sin necesidad de intervención.

Antes del uso de la lente para la realización de cámaras oscuras, uno de los primeros usos conocidos de este fenómeno era la observación de los eclipses: a través de los huecos que quedaban entre las hojas de los árboles, en la penumbra de su sombra, se podía contemplar este fenómeno solar que por su poderosa naturaleza no podemos mirar de frente.

Toda nuestra obra la asumimos así, como una prótesis de nuestra percepción que digiere para nosotros aquello que no podemos mirar de manera frontal porque nos dejaría ciegos, sin nada que ver.

Afrontamos la creación en equipo de forma natural, de hecho nos cuesta concebir otra manera de crear que no sea conjunta. Estamos acostumbrados a pensar en voz alta, a dialogar mucho sobre las obras y construir desde un trabajo compartido.

– El eje de vuestras investigaciones se centra desde el año 2014 en la fenomenología del habla, a través de la creación de esculturas sonoras que manifiestan una voz encontrada en la materia. ¿Cómo surge?

– Durante varios años nuestras investigaciones se desarrollaron en torno al artilugio óptico. Para proyectos como “Prueba de fuego” (2013-2016)(https://encicloscopio.com/obra/prueba-de-fuego), realizamos una amplia experimentación con aparatos del precine. Aunque nos centrábamos en la óptica, fuimos encontrando por el camino otros muchos aparatos sonoros, entre ellos algunas máquinas parlantes. En un momento dado decidimos experimentar con algunos de estos hallazgos en el taller y las experiencias fueron tan impresionantes para nosotros que poco a poco lo sonoro, y en concreto la fenomenología del habla, se fue situando como centro de nuestras investigaciones.

– Exploráis las perspectivas que el habla ofrece en algunos materiales. A través de su modelado y escucha buscáis sonidos orgánicos, que luego se convierten en fonemas reconocibles. ¿Cómo es el proceso?

– En un principio partimos de la recreación de algunos modelos del siglo XVIII y XIX de máquinas parlantes. Encontramos algunos esquemas de los tubos vocálicos de Kratzenstein que recreamos en cartón. En esta primera experiencia pudimos comprobar cómo estas formas huecas que habíamos creado, modulaban el sonido de los pitos de caña, de forma que se podía diferenciar el sonido de las cinco vocales. Las hicimos entonces en barro. Al ser un material maleable nos permitía cambiar las formas mientras las accionábamos. En esta manipulación directa con el barro, las manos comenzaron a realizar la función de lengua y labios y, además de ir definiendo mejor las vocales, fuimos encontrando sonidos de consonantes como la “m”, la “p”, la “r” y así surgieron las primeras palabras.

– El detonante de vuestras investigaciones son una serie de máquinas parlantes y autómatas de los siglos XVIII y XIX, entre las que destaca la máquina parlante, construida por Wolfgang von Kempelen. ¿Qué otros referentes tenéis?

– El precine es uno de los lugares al que volvemos de forma recurrente en busca de inspiración. Los artificios ópticos y sonoros de esta época son guías para el desarrollo técnico de nuestras obras. En cuanto a máquinas parlantes, conocer los esquemas de los tubos vocálicos de Kratzenstein fue determinante. La maquina parlante de Kempelen y el libro que dedica a su descripción, así como la reconstrucción y perfeccionamiento que hizo Wheatstone, han sido muy importantes como guía en nuestra experimentación. También las referencias que en la literatura se han hecho a estas máquinas parlantes, como los cuentos de E.T.A. Hoffman, la descripción más enciclopédica en “Juego y artificio” de Alfredo Aracil, que describe autómatas y otras ficciones en la cultura del Renacimiento a la Ilustración o el mundo fascinante que construye Raymond Roussella partir de un delirante uso de la retórica, llevada al extremo, en “Locus solus”.

Por otro lado, nos interesa el arte realizado en los márgenes, nos fascina el Art Brut por su autenticidad, honestidad y singularidad, valores que siempre encontramos en José Val del Omar.

– Vuestra forma de trabajar es muy personal: son investigaciones de largo recorrido, desarrollo circular y sobre un mismo centro que denomináis Encicloscopio y a las obras resultantes, esculturas y performances, Enciclocalia. ¿A qué es debida esta metodología?

– El término Encicloscopio lo definimos al comienzo de nuestra trayectoria conjunta. En aquel momento estábamos muy inmersos en el trabajo de José Val del Omar. Él explicaba que al intentar transmitir un hallazgo genuino todo autor se ve traicionado por su propio léxico, pues las palabras cargadas de significaciones, diferentes en la memoria de aquél que las lee, desvirtúan, por lo general, la esencia de lo que el autor intenta decir, de ahí la invención de términos propios como mecamística o tactilvisión para definir los campos de investigación que desarrollaba en su obra. A partir de esta intuición compartida nosotros hemos ido generando términos específicos que definen nuestros procesos o intereses como la palabra Encicloscopio. Este término definía nuestra manera de trabajar en círculos a partir de un eje. Cuando detectamos algo que no somos capaces de revelar en una mirada frontal y directa, definimos procesos que nos sitúan en diferentes perspectivas. Creamos ejercicios que someten a la imagen, en el caso por ejemplo de “Prueba de fuego, o al lenguaje, en el caso de “Enciclolalia”, a diversos procesos para sonsacar otras expresiones o afecciones. Trabajar en círculo conlleva esquivar una idea de progreso o innovación y nos obliga a no tener prejuicios a la hora de pasar varias veces por el mismo lugar.

– A lo largo de vuestra carrera artística habéis obtenido diversas ayudas y becas para producir; habéis ganado residencias de creación o realizado estancias… La voz encontrada se presenta al MUSAC a través de la Convocatoria Laboratorio 987 que selecciona el proyecto en el año 2019 ¿Qué creéis que diferencia a esta convocatoria de otras? ¿Qué destacaríais de este entorno de producción y difusión? Y ¿ qué habéis echado en falta?

– Desde el principio nos sorprendió la actitud del equipo de mediación: su interés por profundizar en el proyecto de una manera real, fomentando la comunicación y el diálogo continuo para poder realizar un acompañamiento coherente y respetuoso.

El cuidado con el que se ha tratado en el MUSAC tanto el trabajo como a nosotros como artistas ha sido muy reconfortante. Las palabras cargadas de significaciones, diferentes en la memoria de aquél que las lee, desvirtúan, por lo general, la esencia de lo que el autor intenta decir.

Se ha realizado un gran esfuerzo para que la exposición tuviese un calado en la ciudad, fomentando los encuentros con colectivos y las sesiones de activación.

Quizás hemos echado en falta un texto crítico en medios de comunicación que nos aportase otras visiones posibles de nuestro trabajo y ofreciera difusión al proyecto.

– El propio título, La voz encontrada, nos sitúa más allá del lenguaje articulado y de la experiencia habitual del habla. ¿Cuáles son vuestras aproximaciones a este campo?

 – Para referirnos a Enciclolalia, en alguna ocasión, hemos descrito nuestro proceso como una arqueología del habla que se esfuerza por deshacer unos pasos que nunca han sido dados. No existe un interés histórico o antropológico por discurrir sobre los inicios del habla. Realizamos un ejercicio especulativo en el que imaginamos un habla más allá del cuerpo, que surge en una remota gruta, entre unas cañas que se mecen con el viento, en el agua que gorgotea…A partir de ahí generamos nuestras esculturas que generan un habla artificial que sitúa la voz más allá de la garganta, la lengua y los labios, y la encuentra entre las manos, el barro y el aire.

– Buscáis voces, fonemas, palabras para vuestras esculturas… Buscáis lo que se oculta tras el lenguaje, ¿Qué lugar tiene “lo médium” o los fenómenos mediúmnicos en vuestra práctica artística?

– En cuanto comenzamos a darnos cuenta de que éramos capaces de crear esculturas que articulaban palabras concretas, reflexionamos mucho sobre qué debían decir estas esculturas. No queríamos que estas obras fueran meros intérpretes de palabras y discursos impuestos por nosotras. Lo que más nos interesaba era la posibilidad de sonsacar una voz propia en la materia. Para ello debíamos asumir un papel “mediumnico” en el que fuésemos capaces de entrar en un estado perceptivo tal que, al ir modelando las figuras de barro e insuflarles aire con el pito de caña, pudiéramos ir interpretando sonidos y descubriendo las palabras que iban surgiendo.

Nos acercamos al barro como un oráculo e intentamos acceder a aquello que expresa. Dialogamos con el barro al ir modelando. Los sonidos que van surgiendo se acercan a fonemas concretos. Intentar definir mejor estos sonidos guía nuestras manos y, poco a poco, surgen palabras como “amarra” o “feliz”, que no fueron buscadas de manera premeditada, sino encontradas en el barro.

– “Persistencia del Lenguaje” (2019), “Ahorra” (2021), “Palabra en masa: ahorra” (2020) y “Coro vocálico” (2017), son las cuatro esculturas sonoras que habéis activado desde el pasado 16 de octubre ¿Cómo funcionan? Y ¿Cuáles son los hitos que marcarían un recorrido por vuestro proyecto en el Laboratorio 987?

– “Coro vocálico” se compone de cinco grandes fuelles en cuyas salidas se encuentra el modulador de una vocal.

Esta obra se expresa de forma casi autónoma, pues solo con abrir el fuelle y soltarlo comienza la acción. Es el propio peso de sus cuerpos de madera el que genera la presión necesaria para hacer sonar los moduladores. Una vez accionados, los fuelles se vacían poco a poco generando un acorde coral mientras se van cerrando. El devenir de sus voces apagándose, expirando, transforman el aire que contienen en hálito efímero.

Para modular el sonido de las vocales, el aire debe recorrer formas huecas estáticas. Sin embargo, para emitir las consonantes, se hace necesaria su articulación desde una gestualidad concreta en la que las manos hacen la función de lengua y labio.

“Ahorra” precisa de una persona que articule sus distintas partes para poder accionarla. Esta obra es la única voz individual en la sala, y pronuncia de forma titubeante y grotesca la palabra “ahorra”. Los elementos usados para articular el sonido de la palabra, se muestran como objetos, de formas simples, reunidos sobre lo que podría ser una mesa de mago. El doble fondo que esconde permite canalizar el aire desde los fuelles hasta los pitos de caña.

“Palabra en masa: ahorra” requiere de una acción controlada y pautada que permita sistematizar esta manipulación para poder pronunciar en un coro de once voces la palabra: ¡ahorra! La sincronía de sus voces clama de forma imperativa. Su acción define una convención interna que se reafirma en su voz colectiva.

“Persistencia del lenguaje” es una obra realizada en colaboración con personas con parálisis cerebral en el Centro de Día El Cabanyal en Valencia que gestiona Cruz Roja. Este nuevo contexto nos situó directamente en el centro mismo del habla, donde la falta de voz va más allá de lo metafórico y adquiere una literalidad abrumadora. La obra deja de lado la intención de pronunciar una palabra para no imponer un discurso a las personas que participaron y que carecen de un uso del lenguaje. Su sonoridad atiende directamente a las cualidades tímbricas y texturales de sus modulaciones y expresa un acorde continuo basado en los 5 resonadores que contiene: “a” “i” “u” “e” y “r”. Milagros y Ferrán activan la obra con el propio peso de su cuerpo y sus movimientos incontrolados. Despojados de un uso ordinario del habla, se sitúan en un lugar perceptivo extraordinario. Sus voces, desde la inaccesible profundidad en la que parecen encontrarse, generan un eco que sale al encuentro de su propio cuerpo y del nuestro. Ferrán llena sus pulmones hasta que no puede más y entonces presiona y genera un sonido continuo que imita a la escultura. Esa voz informe que expresa la obra, continua y deshumanizada, tiene un carácter atávico, afectivo, que consigue sacar a Ferrán de su estado de letargo y da comienzo a una acción comunicativa a través de la voz, más allá de la palabra. “Persistencia del lenguaje” se conserva como registro de una experiencia inasible, el destello de una voz revelada en aquel escenario, que surge en el umbral del lenguaje, en los márgenes del habla.

– A su paso por el museo, las obras que integran la exposición han sido activadas por otras personas y/o desde otras disciplinas, entre las que se destaca el trabajo que, hacia lo sonoro, ha realizado con vuestro proyecto el artista y educador Luis Martínez Campo. Y, por otro parte, desde la mediación de Ester Ugarte Y Vicky García, mediadoras en el MUSAC… ¿Cómo surgen estas colaboraciones, en qué han consistido y qué pensáis que podrían estar aportando a vuestro trabajo?

– Cuando describimos nuestras obras siempre decimos que tienen dos estados: uno silente, de reposo, que reivindica su carácter escultórico, que es el que se encuentra el espectador en sala cuando visita la exposición, y por otro lado está el estado de acción que comienza cuando las obras se activan mediante performance en momentos puntuales.

Poder mantener el estado de activación de estas obras, a pesar de nuestra ausencia, era un reto que desde el principio nos pareció que podría abrir vías interesantes de acción. El equipo de mediación del laboratorio nos propuso la posibilidad de estas sesiones tanto con Luis Martínez Campo como con Ester Ugarte y Vicky García. A lo largo de la exposición se han realizado varias sesiones en las que los/as asistentes han podido ver en acción las obras sonoras y acercarse a nuestro trabajo desde las distintas perspectivas que, desde la mediación y la performatividad, se han ido dando.

– Junto al Grupo de mediación que organiza la Convocatoria Laboratorio 987 definisteis una hoja de ruta para aterrizar vuestro trabajo en el MUSAC que se cierra este 1 de mayo ¿Cómo valoráis la experiencia?

– El Grupo de mediación es lo que marca la diferencia entre esta convocatoria y otras en las que hemos participado. El acompañamiento constante ha sido fundamental.

Desde los primeros encuentros con el grupo de mediación, las sesiones con diversos colectivos que llevamos a cabo en la semana previa a la inauguración, las activaciones a lo largo del periodo expositivo, hasta una última sesión de cierre de exposición que realizaremos el último día, ha sido un camino muy gratificante para nosotros. Hemos visto el proyecto crecer en este tiempo.

Por otro lado, estamos muy inmersos en el contexto andaluz. Salir y conocer otros lugares y formas de trabajo es importante para nosotros.

– ¿Creéis que hacen falta más convocatorias de este tipo en el ámbito del arte contemporáneo?

– Sin duda. Esta convocatoria implica la permeabilidad de un centro de arte para exponer en sus espacios proyectos individuales de artistas emergentes o de media carrera, sin tener que estar consagrados en grandes retrospectivas.

– Junto a vuestro trabajo artístico, sois los impulsores de un programa con personas con discapacidad intelectual en La Puebla de Cazalla (Sevilla) ¿qué destacaríais de esta iniciativa? ¿Qué resultados habéis observado? ¿Han utilizado vuestras esculturas?

– Las prácticas artísticas marginales, el Art Brut, siempre ha sido una referencia para nosotros. Por eso, cuando comenzamos a trabajar en el Centro Ocupacional de La Puebla de Cazalla, impartiendo un taller de creación artística para personas con discapacidad intelectual, fue inevitable establecer ciertas relaciones entre la singularidad de las obras de estas personas que comenzábamos a conocer y las creaciones de Art Brut que siempre habíamos admirado. Existían conexiones estilísticas y creativas, pues la falta de formación previa les empujaba a buscar lenguajes propios que dotaban a sus obras de gran rotundidad plástica.

Desde ese primer taller impartido en el Centro Ocupacional en 2014, hemos creado, en colaboración con el ayuntamiento de la localidad, un amplio programa artístico que se desarrolla a través de tres vías: el taller de creación, las Residencias Artísticas y las Jornadas Art Brut.

Hasta ahora no hemos puesto en práctica en el Centro Ocupacional ninguna metodología próxima a Enciclolalia. Es importante para nosotros que los proyectos que desarrollamos en colaboración con los/as usuarios/as surjan de un lugar nuevo en el que se cruzan los intereses de todas. Procuramos no imponer nuestras inquietudes sino sonsacar en ellos/as intereses propios. No lo descartamos, pero debe surgir de una forma natural y hasta ahora no ha sucedido.

– Por último, Alegría y Piñero, ¿hacia dónde creéis que se dirige la práctica de la escultura en estos momentos y cómo formáis parte de ese contexto? 

– Nos interesa mantener una relación abierta con el contexto del arte. Es importante tener siempre varios puntos de vista que nos permitan poner en cuestión constantemente la ética de nuestro trabajo.

Compaginar la creación propia en el estudio y la coordinación del proyecto de arte en el Centro Ocupacional de La Puebla de Cazalla es una situación idílica por la que hemos estado trabajando durante muchos años. Ambas actividades se retroalimentan y nos ayudan a equilibrar nuestra práctica artística. Por otro lado, nuestra colaboración con la galería Alarcón Criado desde el 2020 también nos ha abierto vías para conocer otras facetas del contexto del arte, participando por ejemplo en las dos últimas ediciones de ARCO Madrid.

Actualmente continuamos trabajando sobre Enciclolalia, el proyecto nunca deja de dar giros y quedan muchos ejercicios a los que someter a la voz encontrada para redescubrir nuevas expresiones, pero también estamos iniciando otros proyectos que retoman las experiencias sobre óptica puestas en práctica en proyectos anteriores. Gran parte de nuestro trabajo se basa en proyectar para poder postular a distintas convocatorias. Es indispensable para nosotros este soporte para poder asumir la producción de nuestras obras y seguir investigando.

La Casa de Iberoamérica albergará, a partir del 21 de julio, la exposición ‘De la caña al coro’, de los artistas Alegría Castillo Roses (Córdoba, 1985) y José Antonio Sánchez Piñero (​Chiclana de la Frontera, 1975), que forman el tándem Alegría y Piñero. La muestra forma parte del programa de la candidatura de Cádiz al X Congreso de la Lengua de 2025 y permanecerá en la Sala Blas de Lezo hasta finales de septiembre.

‘De la caña al coro’ reúne obras claves del proyecto que Alegría y Piñero desarrollan desde el año 2014. Una serie de trabajos que son una mezcla de artefacto, escultura y performance, que abordan la fenomenología del habla. Esta temática adquiere especial relevancia ahora que Cádiz es candidata al Congreso de la Lengua Española de 2025.

El título de la exposición hace referencia a un trabalenguas popular. Este tropo del lenguaje a menudo sonsaca en quien lo pronuncia aquello que no se puede decir. Fuerza una pérdida del control y libera las palabras. Para los artistas esto es un centro del proyecto: esquivar discursos hechos para poder así descubrir otros nuevos, dialogados entre el sonido y su forma. “Es necesario someterse, olvidar una voz propia para encontrar aquello que se esconde tras el lenguaje y que nos dice más allá de nosotros mismos”, subrayan.

La exposición cuenta con la obra ‘Neumas’ (2014), realizada en los primeros pasos de su investigación. Ya en esta escultura/performance podemos encontrar, en un estado germinal, las dos vías principales de su proceso de búsqueda: por un lado, modelando esculturas huecas que conducen y modulan el sonido orgánico de las membranas en vibración de unos pitos de caña, hasta emitir fonemas concretos; por otro, trabajando sobre el barro fresco, labios con gestos mudos, explorando la gestualidad del habla a través de su pronunciación.

Desde entonces, los artistas desarrollan un largo proceso de diálogo con la materia hasta sonsacar palabras concretas en el barro: amarra, feliz, anhela, habla, ahorra, ahorro…. La gravedad del pito de caña, la presión de aire que requiere en cada caso o las grietas que surgen, determinan la concreción de la voz. Cada escultura contiene una forma cerámica y un sistema de fuelle que genera un soplo de aire y revela el hueco, pronunciando una y otra vez. Cada variación es un intento por decir, a la vez que una oportunidad para comprender, la palabra.

‘Palabra en masa: ahorra’ hace de la repetición un centro y genera once voces simultáneas que dicen a coro la palabra “ahorra”. La voz múltiple es entendida aquí como un elemento retórico que se convierte en sistema o convención lingüística partir de la construcción de una identidad grupal mecánica.

Existe un ejercicio mimético en el modelado de estas formas escultóricas huecas, una búsqueda de cierto parecido con la realidad de la voz humana. Los artistas gesticulan y observan sus propios ejercicios vocales para reproducir ciertos gestos sobre el barro. Pero una vez definidas las palabras como esculturas concretas, el proceso no se debe ya más que a sí mismo. Extenúan las formas y las someten a nuevas prácticas en busca de otras expresiones. ‘Horror-Enea’ parte de dos palabras definidas como esculturas y, como si de una animación se tratase, genera nueve pasos intermedios entre ambas. Así surgen una serie de vocablos imposibles. Monstruos. Palabras que no pertenecen a este mundo, innombrables, impronunciables.

En la obra ‘cañacoro’ se somete la palabra a un proceso de combinatoria en busca, de nuevo, de lo indecible: un gran paño de molduras de escayola, formado por un conjunto de perfiles de rostros que, cuando una sombra recorre sus formas, pronuncian sin voz la palabra cañacoro. Sus bocas están fragmentadas justo por donde sale la voz, separando ambos labios y cambiando su posición hasta conseguir, a través de estos desfases, gestos imposibles. Estos procesos no pretenden generar un habla artificial primitiva, sino un habla otra que se extrapola al propio cuerpo y se vivencia como materia.

‘De la caña al coro’ incluirá, además de la posibilidad de visitar la muestra completa, talleres de los propios artistas con distintos colectivos de la ciudad. Durante la exposición, los artistas procederán a la activación de las piezas.

La nueva exposición de Alegría y Piñero (Córdoba, 1985 y Chiclana de la Frontera, 1975) en la capilla del Hospital Real de Granada, “Enciclolalia. Arqueología del habla”, es una oda a la necesidad comunicativa del ser humano. El sonido siempre ha acompañado al hombre como individuo, pero sobre todo, como ser social, posibilitando no solo la conexión a través de un código lingüístico específico (un idioma), sino también la cohesión como especie a través del uso y conocimiento compartido de ciertos sonidos, esto es, salvando las distancias, el inconsciente colectivo descrito por Carl Jung, quien postuló la existencia de un sustrato común a los seres humanos de todos los tiempos y lugares del mundo, pero en este caso los símbolos primitivos de los que hablaba Jung no son imágenes sino sonidos con los que se expresa un contenido de la psique que está más allá de la razón.

Los sonidos que emiten las máquinas sonoras o instrumentos que construyen esta pareja de luthiers penetran en nuestros oídos irrumpiendo directamente en nuestro inconsciente: nos llaman desde una dimensión que no es la nuestra, y queremos atender a ellos, entenderlos, pero no sabemos cómo. Es lo que ocurre en Máquina de neumas (2017), un artefacto compuesto por una mesa de madera en la que encontramos una serie de piezas cerámicas sonoras que son insufladas de aire a través de un sistema de fuelles y conductos de goma. Alegría y Piñero activan esta máquina describiendo con cada pieza cerámica una sílaba, y construyendo de este modo frases completas, incluso un poema. Esta pieza es el resultado de años de estudio, de una investigación que traslada los modelos vocálicos descritos por Christian Kratzenstein y otras experiencias como la máquina parlante de Kempelen, al campo del arte. En esta pieza, los artistas trabajan a partir de las sílabas que emiten los modelos cerámicos, construyendo un discurso inteligible. Se trata, por tanto, de una pequeña obra poética construida conjuntamente por los artistas y el artilugio, jugando los primeros con las limitaciones sonoras del segundo, y dotando a éste de una capacidad comunicativa, al fin y al cabo, de vida. A través del proceso creativo colaborativo se establece un vínculo muy especial entre el hombre y la máquina, y es que la obra de Alegría y Piñero tiene un fuerte componente artesanal: estudio, indagación y experimentación de las formas y el material. En Rugido Vocálico (2017), por ejemplo, los artistas reproducen 5 piezas cerámicas de grandes dimensiones en las que hibridan los modelos vocálicos anteriormente citados con el Lion’s roar, un instrumento de la tradición africana. Pero la pieza más significativa en este sentido sería Coro Centrífugo (2017), configurada por cinco instrumentos de caña que al ser activados con un movimiento centrífugo emiten cada uno un sonido vocálico. Al observar detenidamente el material y la labor artesanal, vienen a nuestra mente algunos instrumentos ancestrales como la carraca o el llamador, utilizados en algunas fiestas tradicionales y otras actividades como el pastoreo. Esta obra está pensada para que los cinco instrumentos sean puestos en marcha a la vez, generando un sonido polifónico proveniente de la naturaleza, y es que la obra de este equipo artístico evoluciona poco a poco desde lo individual a lo coral, tiñéndose cada vez más de un espíritu grupal que no deja de representar esa necesidad comunicativa de la que ya hemos hablado. Los artistas se convierten entonces en directores de orquesta, aspecto que se percibe claramente en Coro Vocálico (2016) una pieza compuesta por 5 fuelles gigantes que activan 5 modelos vocálicos fabricados con tripa de cerdo. Mediante un sistema de contrapesos, los artistas van accionando los 5 mecanismos, que comienzan a emitir un potentísimo sonido coral. A través de la performance, Alegría y Piñero se convierten en dos músicos que interpretan su obra, una pieza musical que habla de la vida, de la muerte, de lo trascendental… Sin la actuación humana estas piezas reposan solemnes sobre el suelo, como un enorme piano de cola en el escenario de un gran teatro.

No abandonan los artistas esa línea visual que viene caracterizando su trabajo desde hace tiempo y que quedó definida perfectamente en la intervención que llevaron a cabo en 2014 en la Cárcel de Segovia. En “Enciclolalia” encontramos la serie Surco I, II y III (2017), compuesta por 3 medallones de yeso que han sido horadados por unas hendiduras irregulares y que gracias a un hilo colgante y un foco de luz dirigido dibujan un perfil humano que recita las palabras “Ley” y “Fuerza”. Si anteriormente hemos visto como los artistas han trabajado la comunicación desde lo protosonoro, en esta ocasión, asistimos a un mensaje mudo, silencioso, que se descubre al transitar por delante de cada pieza desvelándose casi como un secreto. Distinta es Surco (2017), que repite el modelo anterior del tondo de yeso horadado pero cuyos surcos son “leídos” por un punzón de madera, quedando esta pieza a medio camino entre lo sonoro y lo meramente visual.

Cierra la exposición un conjunto de 3 vídeos en los que podemos ver algunas de las performances llevadas a cabo por el equipo de artistas, las cuales otorgan cierto sentido a las piezas si no tenemos la posibilidad de ver en directo alguna de sus actuaciones.

Los sonidos primitivos, la comunicación, lo artesanal, la imagen, la palabra, la forma… El trabajo de Alegría y Piñero destapa tantas ideas y significados que resulta complicado concretar en una sola crítica. Lo que sí podemos asegurar es que esta pareja de artistas trabaja la metáfora de una manera excepcional, cuidando minuciosamente lo que dicen y cómo lo dicen, y dejando un amplio espacio a la creatividad y los sentimientos del espectador. En resumen, la obra de Alegría y Piñero es actualmente uno de los trabajos jóvenes más brillantes de nuestro país.