Juanjo Santos: Digamos como introducción, que conocí tu trabajo a raíz de la exposición del Museo de Arte Contemporáneo de Chile, “Sobreexposición”. Tu labor tanto investigativa como artística, relacionada con la Postfotografía, me interesa, no sólo por las reflexionas acerca de los cambios radicales que se suceden prácticamente “a tiempo real” en la imagen, sino también, porque en tu obra creativa logras jugar con el aspecto teórico y propones piezas accesibles y, en algunos casos, hasta humorísticas. Por eso me atreví a invitarte no sólo a que participaras en la muestra, sino a tener esta conversación sobre uno de los temas más candentes: la selfie.

Ira Lombardía: Muchas gracias Juanjo, Sobreexposición ha sido una oportunidad para seguir trabajando sobre el cambio de la imagen en la actualidad…lo cierto es que para mi, teoría y práctica van de la mano, trabajo con las dos indistintamente porque entiendo la práctica artística como un proceso de investigación.

JJS: Voy a empezar dándote un susto. Mira esto:

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IL: Jajajajajaja

JJS: No sé si conoces esa imagen, es una selfie que se tomó un mono!

IL: SÍ, sí. ¡La había visto! Ha circulado mucho en la red.

JJS: Le quitó la cámara a un fotógrafo y se hizo esa selfie. Enseguida la anécdota dio para reflexionar sobre la selfie con una postura crítica, como aquí; “Homo Selfieniensis”… ¿Un poco exagerado no? En ese texto, Hans-Jürgen Arlt argumenta que la sociedad actual está dominada por una ansiedad hacia la auto-promoción.

IL: Desde mi punto de vista, más que hacia la auto-promoción (que en parte resulta evidente) creo que tiene que ver con dinámicas en torno a la colectividad y los afectos. Las selfies no sólo tienen que ver con el individuo, sino con lo social y la idea de pertenecer a un grupo.

JJS: También hay un cambio de paradigma (de régimen escópico, en palabras de José Luis Brea). Hoy las imágenes ya no están hechas para tener una vida muy larga, sobre todo las selfies. Quizás este cambio haya equilibrado la importancia y durabilidad de una imagen. Antes, en la “Era del álbum fotográfico”, cuando una imagen duraba generaciones, ésta se convertía en una especie de fetiche. Las fotografías de un familiar fallecido atormentaban a sus supervivientes, por su escasez. Ahora si te deja una novia, como tienes miles de fotos con ella, no “ocupan tanto espacio en la memoria”. Siempre que pienso en este tema me viene a la cabeza la canción de Ringo Starr, “Photograph”. ¡Qué canción más emo! Pero es lo que sucedía antes; las fotografías de los seres queridos te podían llegar a obsesionar.

IL: Hace una semana precisamente citaba a Brea en una charla. En su texto sobre el cambio de régimen escópico afirmaba: “Es así que toda e-image es entonces imagen-tiempo, en el sentido de que su paso por el mundo es, necesariamente, fugaz, contingente. Ellas no claman por la eternidad marmórea de lo inmóvil, sino quizás al contrario por la intensamente magnífica eternidad del tiempo-instante”. En ese sentido las imágenes cada vez se aproximan más a la vida misma, son un flujo en constante movimiento, que va más allá de la mera representación. Por otro lado, en referencia a la idea que comentas de fetiche, Hito Steyerl señala que la imagen líquida lucha contra esa “fetichización” de la imagen de alta calidad. Desde mi punto de vista, esto nos lleva a afirmar que el paradigma de la imagen única está en declive. La narrativa se construye desde la multiplicidad. Respecto a Ringo, esa es una gran canción. Me has tocado la fibra porque me encantan The Beatles, pero he de confesarte que yo soy más de George. Si quieres podemos escuchar “Here comes the sun” y después hablamos de Penélope Umbrico…

JJS: Me interesa un asunto sobre las selfies, que es sobre quién tiene el poder. Hay un conjunto de ensayos muy interesante, publicados en el libro “Face On: photography as social Exchange” (Editado por Mark Durden y Graig Richardson, Black Dog Publishing Limited, Londres, 2002). En uno de los capítulos se analiza el trabajo de Juergen Teller, “Go-sees”, de 1998, que son retratos de mujeres que acuden a una agencia de modelos para intentar hacerse un hueco en esa industria. En el ensayo, se pone en cuestión el sujeto que domina o controla esa imagen. ¿Quién está realmente en control aquí? ¿Es Teller, con todo el poder de la industria de la moda investida en él; su presencia forzando a estas chicas jóvenes en un humillante y en una mascarada de auto-renuncia, atrapándolas con sus lentes, y seleccionándolas como trofeos? ¿O son las chicas, acosándole con sus constantes llamadas, hostigándole con su insistente presencia, convirtiendo su cámara en un mecanismo de auto-defensa? Volviendo a la imagen del mono, te paso esta noticia. Por un lado está el tema de la autorización, pero por otro, el del dominio, del control “simbólico”. ¿Quién tiene el poder? ¿El que toma la selfie, o la red social en la que se publica?

IL: La selfie ha alterado la dialéctica que existía entre el sujeto y el objeto fotográfico (como diría Barthes), porque hoy el fotógrafo y lo fotografiado, en la selfie, pasan a ser lo mismo. Todos somos Juergen Teller y aspirantes a modelo al mismo tiempo. El fotógrafo se convierte en el referente y la dialéctica se diluye. En este sentido, creo que por primera vez en la historia tenemos el poder de la autorrepresentación. Antes sólo los artistas se autorretrataban. Hoy esa capacidad se ha generalizado, es una especie de superpoder. Es una utopía, pero sería fantástico poder prescindir de personajes como Terry Richardson que han llevado el tema del control y dominio sobre las modelos hasta un punto inaceptable. En cambio creo que Teller acierta en su aproximación. Tuve la oportunidad de ver esas fotos en una exposición hace años en Madrid y precisamente evidenciaban esa relación de poder. Respecto al problema del control “simbólico”, es algo más complejo porque los mecanismo de distribución y legitimación están cambiando muy rápido. Por otro lado, el valor de una imagen única en el contexto de la hipervisualidad es prácticamente insignificante. Para terminar en lo que se refiere al tema de la autoría, que también fue comentado en esta foto, ya en los años cincuenta Desmond Morris, curó una exposición de pinturas hechas por chimpancés…fue un debate interesante que sentó las bases para discutir si el autor era el mono o el biólogo al que se le ocurrió la idea y difundió las obras.

JJS: Y no solamente acerca de los derechos. Sino acerca de cómo se ve esa imagen en esas plataformas, y cómo otros usuarios pueden interactuar con ellas. El control de esa imagen ya no es únicamente del que la ha tomado. En este artículo, que apareció como una respuesta al texto del “Homo-Selfiensis”, se afirma que “las selfies no existen fuera de la red social, pero el problema que generan, sí”.

IL: La definición de selfie en el diccionario incluye que sea subida a las redes y compartida. Si fuera una foto que nos quedamos para nosotros no sería un selfie. La dinámica voyerismo-narcisismo, así como la circulación de las imágenes, son parte de la naturaleza de los selfies. Es lo que hablábamos al principio de la colectividad y los afectos. La interacción y el feedback de los otros usuarios es parte de este tipo de fotografía.

JJS: Los autores de esas selfies muchas veces no son conscientes de esa carencia de dominio. A veces eso deriva en serios problemas en el “mundo real”.

IL: Ni tampoco del poder de la autorrepresentación. En muchos casos la retórica y los modelos visuales se repiten una y otra vez. Hay una búsqueda por integrase dentro de una colectividad, de un esquema previo.

JJS: Siempre nos hemos “auto representado”, desde el mito de Narciso, hasta los autorretratos de los artistas en la Edad Media.

IL: Sí, las prácticas narcisistas siguen creciendo exponencialmente. Pero ahora las herramientas facilitan que todos podamos hacerlo.

JJS: Aún es un lenguaje inmaduro, y una herramienta descontrolada. ¡Pero en fin, esto ha nacido sobre todo por y desde los adolescentes!

IL: La inmediatez de la que hablábamos antes, hace que a veces utilicemos la imagen de forma impulsiva e intuitiva, sin pararnos a reflexionar. La tecnología facilita tanto la toma como el hecho de compartirlo.

JJS: De ahí viene la demonización de la selfie; diciendo que muestra cómo nuestra sociedad es cada vez más superficial, etcétera. ¡Acaso los que dicen eso nunca fueron teenagers ansiosos por atención! Lo que sí puede dejar patente, es que la adolescencia se está estirando en edad, hacia atrás y adelante.

IL: Hay dos clases de pensadores: aquellos que son casi apocalípticos y muy pesimistas con las tecnologías (Virilio o Baudrillard), pero también están aquellos que ven estas herramientas algo muy positivo cayendo incluso en lo naive. Además tienes razón en lo de los teenagers. Recientemente leía un artículo sobre “las muertes por selfie”. Es curioso, todos son muy jóvenes y la mayoría hombres….

JJS: También es curioso la causa: caída desde las alturas.

IL: La gente quiere conseguir la foto más arriesgada posible…pero sólo miran a la pantalla.

JJS: Forzando una metáfora: caemos “sin red”. La proliferación de selfies también concluye en una falta de empatía. Y ahí volvemos a esa ausencia de control de la imagen. Las plataformas fomentan el anonimato, y desde ahí es donde la crueldad se dispara. Otro tema que me interesa, aparte de “quién tiene el poder”, son las características del posado. Sobre todo me interesan dos: el desinterés por el fondo de la selfie, y la cara del que posa; mucha cara neutra, sin gesto, en plan Glibert&George.

IL: Jajajaja

JJS: Gilbert.

IL: Recuerdo la última vez que visité el Louvre. La gente se amontaba para hacerse selfies con las obras más famosas. Simulando que yo también estaba tomando una fotografía grabé un vídeo. Era fascinante ver cómo la gente se situaba ante la cámara y preparaba su pose. La pena es que la espontaneidad se está perdiendo. Hay gente que siempre sale igual en las fotografías. El lenguaje corporal puede llegar a perder su significado. Además me interesa la idea de la imagen como algo gestual. Muchas veces pensamos o analizamos la selfie solamente desde lo visual y el cuerpo está muy implícito en la “disciplina”. Los límites del propio cuerpo, la oposición sujeto-fondo también me parece muy interesante, sobre todo porque muchas veces el fondo revela mucha información sin que tal vez el fotógrafo quiera que sea así. Y también hay prácticas más intencionales, como el photobombing.

JJS: Lo de la cara neutra, que me fascina (y yo también la pongo a veces), creo que se puede deber al miedo ante esa falta de control. Una “cara de nada” es difícilmente atacable. En el fondo, con las selfies, más allá de decir que estamos vivos y alguna otra información más, o que estamos en un determinado lugar (turístico, o cool), incluso alguna gracia divertida, estamos intentando hacer cierto tipo de statement. O sea, es eso, lenguaje.

IL: Yo creo que si es lenguaje, pero que hay una transición. Mientras que el lenguaje fotográfico se equiparaba al lenguaje escrito, el postfotográfico tiene que ver más con el habla. De todas maneras hay gente que trabaja mucho las imágenes, que se lo toma en serio…¿Conoces las olimpiadas de la selfie?

JJS: Joder, que cantidad de material me estás dando. ¿Qué es eso?

IL: Selfie olympics. En esta práctica el tema del cuerpo está muy presente. Es un concurso que se hizo de selfies y que tenía que ver con posturas insospechadas. Hay auténticos contorsionistas.

JJS: Cómo aumenta el vocabulario selfie! Me habría quedado con la b de belfie. La gran diferencia está en que nosotros nacimos sin internet, somos aborígenes. No pertenecemos a la cultura mayoritaria. Los que ya nacieron con internet se relacionan de otra manera, nosotros tenemos que aprender ese “habla”, esa “forma de hablar”. ¡Los niños que hoy tienen 10 años nacieron con las selfies! Y antes de que me lo mandes, seguro que ya hay selfies hechas por bebés.

IL: Jajaajajajjaja. Eso podríamos relacionarlo con el estadio del espejo ¿no? en plan lacaniano. De todas maneras las fotografías de los niños en las redes es un tema serio. Sé que es algo muy habitual compartir una foto de tu hijo, incluso cuando nace. Pero debemos ser conscientes de que esto supone crear una identidad digital y que incluso puede conllevar problemas legales.

JJS: ¿Esto irá en detrimento de los lenguajes tradicionales? ¿O los que llamamos ahora “tradicionales”?

IL: Creo que ahora estamos en un momento de transición en el que varios regímenes escópicos y lenguajes conviven. Con el tiempo veremos la hegemonía de uno u otro. Pero es sorprendente ver cómo a pesar de todos estos nuevos usos, algunos de los típicamente analógicos, todavía se conservan.

JJS: Sobrevivirá el más fuerte, es la ley de la selva. Con eso volvemos al protagonista de esta conversación, ¡el mono de la selfie!