Martín Freire. Parque temático

Parque temático. Martín Freire. 23.03.07_08.05.07

 

El trabajo reciente de Martín Freire se agrupa en la exposición “parque temático”, una concienzuda puesta de largo en la que el artista nos propone adentrarnos en un terreno artístico fronterizo, que pasea por los limes establecidos por la plástica arcana pretendiendo conquistar nuevos campos de actuación.

Hablemos para empezar de su “pintura”. Una pintura entrecomillada debido a que ha ido incorporando una serie de recursos con tal de prescindir de los materiales pictóricos tradicionales. En trabajos de años precedentes se auguraba ya esta tendencia decantándose Martín Freire por trabajar con spray, empleando la técnica del estarcido (plantillas de negativo que se combinaban en las manos del artista de múltiples maneras). En trabajos más recientes como “snow brothers” –obra premiada con mención honorífica en concurso ABC 2007­- incorpora el vinilo y la cinta adhesiva, así como un dibujo realizado  con gruesas tintas al alcohol cuando la obra lo precisa. La dificultad de sacarle valores plásticos y estéticos a tan burdos materiales pasa por convertirse en auténtico oficio: superponiendo cinta adhesiva translúcida crea distintas gradaciones o utiliza vinilos con diferentes tonos del mismo color para provocar efectos de luces y sombras. Para el  artista  ese prescindir de los materiales tradicionalmente empleados en pintura no es sino una pretensión de expresar lo artificial pero, desde el punto de vista formal pasa por ser un concienzudo ejercicio de depuración técnica en la que al autor ya no le sirven los recursos de brocha, pigmento y aglutinante para crear una pintura. Las superficies en las que se nos presenta su trabajo son unas planchas de metacrilato blanco que por su brillo y pulimento conviven con las intervenciones del artista sin plantear una ruptura entre fondo y forma reforzando ese voluntario alejamiento de lo que acostumbramos a llamar pintura. Solo el artificio del artista al manejarse con tales materiales, las geniales artimañas con las que solventa la obra y su justificación por los temas que trata nos hacen reencontrarnos con un trabajo de tremenda validez y frescura. Las referencias al pop son ineludibles en su trabajo, pero no cediendo sus legendarios iconos, sino seleccionando dichos símbolos de su ámbito más próximo, dando como resultado una nueva generación de emblemas, perfectamente reconocibles, que la mayoría de las veces surgen de asociar dos multitudinarias ideas: Fútbol y religión (la imagen del Sagrado Corazón de Jesús con la camiseta de la “Juventus”); juguete y guerra (la creación de un barco de guerra armado hasta los dientes de misiles siguiendo las precisas instrucciones de los juguetes “tente”, aunque adaptándolo a la escala media de un adulto);. Acertadas hibridaciones en las que se funde magistralmente lo banal y lo trascendente dando como resultado imágenes muy representativas de nuestro presente.

“Parque temático” incluye como pieza fundamental una compleja instalación que pone de manifiesto un nuevo binomio: pintura y publicad. La obra refleja también la idea (que no es nueva en su trabajo) de las escombreras; esas espontáneas acumulaciones de elementos inservibles que se diseminan en los extrarradios de las ciudades. Los materiales que emplea el autor para dicha instalación podrían perfectamente estar sacados de esos antiestéticos parajes aunque el trabajo del artista pasa por idealizar dicho ambiente, sacarle juego a esos materiales con tal de que aparezcan con su máxima nobleza, refinados, ordenados, aptos para su entrada en un aséptico museo.

La obra  morfológicamente se inspira en las vallas publicitarias que encontramos cerca de las carreteras. Son varias vallas con distinta orientación, algunas de las cuales se nos muestran en proceso de cambio, como estuvieran a punto de reemplazar el reclamo publicitario (quizá una referencia al proceso de trabajo) y se muestran de espaldas al espectador, que se ve movido a rodearlas en busca del anuncio. Cuando aceptamos la invitación encontramos varios paneles, tres de ellos trabajados como piezas pictóricas en sí mismas. Son tres mundos, casi elegidos al azar; tres modos diferentes de enfrentarse con la plástica. Como tres anuncios que coinciden de manera fortuita a los pies de una vía. En esos tres paneles el autor ejercita ese mismo esfuerzo por zafarse de los materiales y los recursos de la pintura. Vuelve a surgir el vinilo (el futbolista con la cabeza del pato lucas), se añaden nuevas metas (la recreación, hipertrofiada y minimalista de un tablero de “tente” a esperas de ser la superficie para construir un  nuevo juguete –  arma destructiva, o la representación en una magistral simplificación lumínica de un misterioso personaje que parece invitarnos a hacer algo y que tiene como soporte el fieltro y como pigmento el spray). Con ello el artista plantea una crítica hacia la idea de estilo personal proponiéndose como un autor que prefiere ahondar en las inagotables posibilidades expresivas que le brinda lo cercano, haciendo así imposible ningún encasillamiento más allá de esa cuidada depuración formal, de ese pop neogeneracional de lo temático y de esa versatilidad plástica de la que hace gala su trabajo. Unas obras que obligan al arte a flexibilizar su ya dilatado ámbito en pos de encontrar justificación a su propia existencia.