Lugares de tránsito

05.06.2014_31.07.2014

Lugares de tránsito es un proyecto comisariado por Pep Benlloch que incluye los trabajos fotográficos  de Laura Vallés, Jaume Albert, Mariela Apollonio y Vicente Tirado, una serie de obras orientadas hacia la investigación sobre la relación entre los lugares y las personas que los habitan o los descubren. En estos trabajos, los espacios comunes son revisados desde perspectivas experimentales que ayudan a establecer cartografías alternativas (Casa de muñecas), a pervertir la visión tradicional de la línea de costa (Juegos desolados), o a elaborar retratos que exploran las identidades compartidas entre los espacios y los individuos que los ocupan (The Art Circle, Ratón salvaje). Estas miradas nómadas, que interpretan unas vidas en tránsito y que se encuentran ellas mismas en movimiento, proponen, entre otros temas, repensar conceptos vinculados a la institución Arte, descubrir el simbolismo de la arquitectura y las experiencias que en su seno se viven, reflexionar sobre la relación entre los trabajadores y sus entornos, y descubrir las metamorfosis que sufren los entornos cuando se los percibe y fotografía desde posiciones inusitadas.

 

En The Art Circle, Mariela Apollonio sugiere una reflexión acerca del museo como institución y plantea una revisión de los procesos y los agentes que operan en la validación de las obras de arte. Los expertos, quienes deciden qué mostrar y cómo ha de ser mirado aquello que se expone, se convierten en el objeto de observación. Los directores de museos participan del mismo simulacro que las obras de arte, creando una suerte de metáfora que invita a revisar críticamente cómo se construye el sentido artístico de las obras de arte y qué papel tienen los directores (agentes) y los museos (continentes) en este proceso.

 

Por su parte, Casa de muñecas explora la idea de «trayecto» a partir de un recorrido a través de la carretera N-340 que bordea la costa del Mediterráneo desde Barcelona hasta Cádiz. En este recorrido, Laura Vallés va trazando el itinerario simbólico que une a los clubs de alterne instalados en la costa este española, evidenciando la presencia de prácticas que objetualizan a las mujeres y las anulan, aun cuando ellas mismas son el reclamo de estos lugares. Con una mirada elocuentemente crítica, los retratos se dirigen tanto a las personas como al espacio que habitan, planteando no sólo en qué medida estos lugares les aportan identidad a las mujeres, sino también en qué medida se la usurpan.

 

Las obras de Ratón salvaje retratan a los individuos en sus lugares de trabajo, mostrando con ello las luces y las sombras de una vida precaria, nómada y sacrificada, pero rodeada paradójicamente de focos, colores y diversión ajena. Igual que los retratos de Casa de muñecas, estas piezas de Jaume Albert testimonian el modo por el cual los individuos, en este caso los feriantes, se integran en el entorno en el que viven y trabajan, formando parte del imaginario de las ferias; ese medio que, como explica el artista, los nuevos parques de atracciones, con sus ventajas tecnológicas y sus presupuestos astronómicos, tratan de emular pero no pueden sustituir.

 

En el caso de Juegos desolados, ningún individuo aparece retratado, pero la perspectiva nos devuelve sin embargo al lugar que el fotógrafo ocupa al realizar la obra. Desde dentro del mar, en una situación de completa vulnerabilidad, la mirada se dirige a la línea de costa, invirtiendo el tradicional encuentro entre el espectador y la inmensidad del mar. El panorama desolador pero impactante, triste a la vez que monumental –dado el tamaño de los edificios y la perspectiva desde la que imagen está realizada–, nos devuelve la captura congelada de un instante de la experiencia del bañista. Un bañista, el propio Vicente Tirado, que concibe esta obra como un proceso e, indicando las coordenadas marinas desde las que toma la fotografía, se propone ir retratando la evolución de la línea de costa, semblanza de la modernidad insípida y embrutecida, pero escenario, al fin y al cabo, en el que transcurren nuestras experiencias. Un espacio que, como todos los que confluyen en Lugares de tránsito, hablan de quienes los habitan y son a la vez productos de quienes los viven.